miércoles, 30 de noviembre de 2011

Horas ciegas

Viendo la proliferación de las memorias, me he preguntado cómo escribir un libro que probara la utilidad de lo menos interesante de una vida.  Ninguna existencia es lo suficientemente atractiva como para contarla toda. Probablemente ni la de Picasso o la de Haydn, hombres que trabajaron y consiguieron tanto. Es que hay zonas muertas en cada vida. Por ejemplo, esas en las que nos podemos encontrar a Einstein durmiendo una siesta o a José Martí esperando la llegada de un tren, o a Mozart en el traqueteo de un carruaje que marcha de Salsburgo a París.

Claro, si pudiéramos penetrar en las mentes de esos hombres sería otra cosa, porque en cuántos vericuetos nos internamos cuando transcurren esos segundos, minutos y horas aparentemente intrascendentes, sal de la cotidianidad y la creación. Esos instantes sin memoria, esas horas ciegas de todas las biografías, en no pocas ocasiones deben haber sido decisivas para la gloria de algunos personajes históricos.

¿No creen?

lunes, 28 de noviembre de 2011

Hoy es mi cumpleaños

...Y miren lo que me manda Tony Guerrero: un óleo con algunas fotos de los conciertos por los barrios que ustedes escogieron.

Así que este regalo es, al mismo tiempo, para Tony, Los Cinco, ustedes, yo. No olvidemos argentinos y uruguayos. No olvidemos chilenos, paraguayos, bolivianos, peruanos y brasileiros. No olvidemos venezolanos, colombianos, ecuatorianos, surinameses y guyaneses (arahuacos como los cubanos). No olvidemos el vasto archipiélago antillano, sobre todo las menores, porque de las mayores todos se acuerdan... Y... ¿qué hay con los del norte, que también viven y padecen?...

Mejor, no olvidemos el mundo.
Felicidades, mundo.
Te queremos.
Libertad para Los Cinco.



Mensaje de Tony recibido después:

Silvio, querido hermano:
Decido felicitarte un tilín por adelantado en tu cumple, y en mis deseos de felicidad, salud y nuevos éxitos para ti va el sentir de los cinco y de nuestras familias.
Hoy te han enviado desde California, los amigos Alicia y Bill, una foto con la primera obra al pastel, de la cual te di detalles y espero puedas reconocer tus fotos en ella. Esperamos te llegue la imagen por este correo electrónico y sea un simple presente.
Llevo varios días trabajando intensamente en la tercera obra. Ya termine todo lo que es el fondo, el cual tiene a un grupo de personas en la azotea de un local del Cerro. Ahora estoy metido de a lleno en el retrato de Tanmy, me restan, básicamente, sus manos. Esta semana quedara lista esa otra obra. Y automáticamente empiezo la cuarta con el ultimo pedazo de papel que me queda, que es negro (el mismo que use para los retratos de ustedes en la gira por acá).
Bueno, no me extiendo mas, aunque se que te dará una alegría saber que el proyecto sigue avanzando.
En diciembre estaré enviando todas estas obras.
!FELICIDADES!
Cinco abrazos.
!Venceremos!
Tony
28 de noviembre de 2011

Con Silvio Liam y Aldo el 29 de noviembre de 2011

Visión panorámica de un vecino


                                                                      Por Hamlet Herman

Empecé mi periplo por La Habana disfrutando un amanecer de noviembre. Lo fotografié 51 veces para perpetuar aquellos momentos. Goloseaba cada instante en que la claridad se abría paso detrás de El Morro y la Fortaleza de la Cabaña. El generalísimo Máximo Gómez, sobre su corcel apoyado en tres de sus patas, miraba hacia el mar, en espera del cumpleaños del día siguiente. El Paseo del Prado empezaba a hormiguearse con trabajadores tempraneros y turistas trotadores que aprovechaban la brisa fresca para anticiparse al día.

¿Noté cambios en los ambientes en que estuve? ¡Claro que sí! La xenofobia creada por las constantes agresiones del cercano imperio durante medio siglo se ve desplazada por la inmensidad de turistas curioseando por la capital cubana. San Eusebio de los Leales ha convertido La Habana Vieja en La Habana Nueva. No oso cuantificar el turismo que se mueve por las empedradas calles de La Habana Vieja, mayormente peatonizada, pero si algún congestionamiento de tránsito hay en Cuba, es provocado por la gran cantidad de autobuses turísticos. Y me asalta la idea de que los gobernantes dominicanos están perdiendo el tiempo al desatender la zona colonial de Santo Domingo, para único beneficio de la delincuencia y perjuicio del turismo nacional.

En un país tradicionalmente homófobo, la comunidad homosexual y lesbiana de Cuba va gradualmente saliendo a la superficie, exigiendo derechos, no favores. Siempre dentro de la Revolución, no combatiéndola. Eso tiene mucho que ver con la energía de Santa Mariela de los Castro Espín quien, con belleza, humildad y ovarios bien puestos está realizando una revolución. La Revolución es para todos y todos deben ser incluidos en los avances de la sociedad. Sin discriminaciones, aunque eso sea todavía una tarea realizable a largo plazo luego de cinco siglos de desigualdades.

Algo semejante ha ocurrido con la horrible discriminación racial que, aún dentro del proceso revolucionario, clonaba para seguir existiendo. Pero con la educación y la salud como los principales vectores de la Revolución y la nivelación del conocimiento en sentido general se van destupiendo los vasos comunicantes de la igualdad de oportunidades para cada etnia.

Uno de los “cambios” que más sorprende es la proliferación de la comunicación celular, por lo menos entre la población joven. Preparado mentalmente estaba porque, en Santo Domingo, porta celular hasta el vendedor de frutas en las esquinas. En La Habana, ya la comunicación a través de estos aparatitos es cosa común y nadie se escandaliza ante la imagen de los jóvenes con auriculares, algunos de éstos llevando una “laptop” bajo el brazo.

Percibí, asimismo, que la burocracia estatal y la partidaria han recibido un “remeneón” de padre y señor mío. La juventud se ve más y mejor representada en los estamentos de toma de decisiones, aún cuando no se desprecia la experiencia y el conocimiento de aquellos que forjaron la Revolución. Se han abierto oportunidades para negocios por cuenta propia y los “empleados públicos” van decayendo en cantidad, aligerando así la carga que, en países como el nuestro, frenan el desarrollo.

Sorprendente sigue siendo la tendencia del ciudadano cubano promedio a quejarse. Viven inconformes hasta por aquellos temas en que son los mejores. Mantienen todavía el grave defecto de compararse con los países industrializados, no con los atrasados. Si se midieran en relación con los tercermundistas, entenderían que no vale la pena quejarse cuando Cuba revolucionaria es la primera en educación y en salud a nivel continental mientras los dominicanos andamos rozando lo peor en esos dos sectores. Eso sí, nos mantenemos entre los primeros en delincuencia y narcotráfico.

Fueron el segundo país con mayor cantidad de medallas de oro en los pasados Juegos Panamericanos. Una gran proeza a la cual nos acostumbraron sus atletas. Pero no, los cubanos están deprimidos porque el béisbol quedó en cuarto lugar y ha perdido la hegemonía mundial. Se exigen más y más cada vez, y no llegan a advertir que el mundo deportivo se ha preparado para vencer a Cuba. Entonces los sorprenden sus adversarios porque algunos estrategas deportivos cubanos no admiten que los tiempos han cambiado y ellos están obligados a ajustarse.

Y parece que el cambio les está haciendo mucho bien.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Por la luz de ese instante

La primera segundaciter@ de todo el cono sur que conocí fue a Catalina. Ella, sabiendo que yo era “el señor de las lluvias”, se escabullía por aquí y por allá, buscando mundos, supongo secos, pero quién sabe si mojados...

Después posé los ojos en su mamá, la querida amiga querida Paloma, que me pareció, como se suele decir en Cuba: “mujer y amiga”.

Cata y Paloma


Otro dicho que se dice en la isla es: “a la tercera va la vencida”… pero esta vez no fue el caso, porque la tercera persona que conocí fue a Samanta, de quien dudo que haya conocido la derrota.

A Pablo lo hallé en el parqueo del hotel y nos hicimos una foto, pero hasta que no la publicó no caí en que… ¡era Pablo!

Unas pocas horas antes de tomar el avión,  entre ensayos y preparativos, me enteré del honor que me haría la Universidad Nacional de Córdoba. Así que las palabras de gratitud las terminé llegando a esa ciudad. En el hotel no hubo manera de imprimirlas y en los alrededores parecía que tampoco. Al fin hice una colita en una papelería y pude tener en mano los tres folios. Por eso llegué tarde al acto en que nos esperaba tanto pero tanto amor.

Teatro de la Universidad Nacional de Córdoba

Concierto en Córdoba


La tarde que llegué al hipódromo de Rosario, para la prueba de sonido, había varias personas en el portón de entrada: un señor corpulento, una linda familia y unos chicos con guitarra. Me di cuenta de que uno de ellos era Diego y saqué la cabeza para saludarlo. Con él estaba su amigo Pablo Poletto, integrante también de “Compañeros poetas”. A la salida de la prueba tuvimos un intercambio de disparos fotográficos y dejo testimonio.

Familia

Señor corpulento, Pablo Poletto y Diego al fondo.
Minutos después, en el lobby del hotel, caí en la emboscada afectuosa de Adriana, Patricia y Graciela. Me senté unos minutos en los que, gracias a los preámbulos segundaciter@s, sobraron explicaciones. Tres señoras sonrientes, en extremo gentiles, incluso filosóficas, que en la memoria se me grabaron como las Damas de Pergamino.

Rosario


Después del concierto de Rosario, que duró tres horas, a la puerta del hotel me esperaban muchachos. Varios gritaron y uno sostuvo en alto una guitarra de colores. No respondí por agotamiento. Cuando partíamos temprano, la mañana siguiente, alguien dijo que había sido una madrugada de serenata. Sana envidia.

En el buquebus que abordamos para ir al Uruguay había Internet, no muy buena, pero pude entrar al blog y subir mensajes.  Misterio de los misterios, a la puerta del hotel nos esperaban el chileno Rodrigo Riquelme y algunas chicas. Entre ellas la (sobrina)nieta pelirroja (circunstancial)  del cholo César Vallejo, la que me regaló un libro de su (tío)abuelo, que casi es mi padre. Les prometí llamarles, pero en Montevideo tenía amigos que hacía mucho tiempo no veía, como ese ser María Gravina.


María
Stella, con su redonda (de rotunda) cara sonriente, me saludó a la salida del ensayo, en Charrúa. Intenté bajar del carro para hacernos la foto, pero las piedrecitas del camino, las hojas en el aire y otras partículas se materializaron de pronto en multitud, por lo que apenas rocé el suelo.

Stella





Charrúa
Cada concierto se fue haciendo más largo. El de Montevideo había llegado a las 3 horas. Al día siguiente hicimos la travesía de regreso a Buenos Aires. Al ratito de llegar sonó un teléfono y era Tucú viajera, que estaba abajo con Violeta Gitana, Vivian Mariana y Christian. Fui hacia ellos y tuvimos una conversa animosa, pero debía descansar. Desde la noche siguiente nos miraba el estadio Ferrocarril Oeste.

Cuba y Los Cinco en el barrio de Caballito


Hacer este viaje después de 6 años fue especial. Sabía que nos estaban esperando. No alcancé a todos, pero ponerle pieles, miradas y voces a algunas incógnitas del éter fueron grandes regalos. Desde antes, la producción también mandaba datos, así que sabíamos que habría público. Pero los cuatro conciertos, en los que compartimos con algo más de 50 mil personas, burlaron lo numérico con la sustancia receptiva. En todos los caminos,  ciudades y escenarios nos dieron y dimos abrazos.

Estadio Ferrocarril Oeste


En los últimos minutos de la última función, que parecía interminable, no sé por qué miré hacia arriba y vi descender una lluvia de papeles brillantes. Afinando los ojos  alcancé a ver que los balcones de los edificios que rodean el estadio estaban repletos de personas que nos saludaban con los brazos en alto, como los que estaban en la cancha. Por un momento no supe si estaba en Caballito o en algún barrio de La Habana. Entonces recordé que allá, aquí, dondequiera somos lo mismo.

Por la luz de ese instante hubiera valido la pena empezar de nuevo.


martes, 22 de noviembre de 2011

¿Ha llegado la hora del tercer partido?

                           Por Guillermo Rodríguez Rivera

Como se sabe, las nociones de izquierda y derecha, que han pasado a ser signos capitales en la política contemporánea, provienen de los lugares en que, en la Convención Francesa, se sentaban jacobinos y girondinos.

Desde entonces, la noción de izquierda ha variado sensiblemente y no especialmente de lugar.  En los últimos tiempos la variación ha sido interna, porque se ha deteriorado.

La izquierda europea, desde los tiempos de Lenin y Kautsky, se escindió entre los que serían, en la Rusia abocada a la Revolución, bolcheviques y mencheviques. Los mencheviques cabrían definirse como lo que fue un poco después la social democracia. En el momento de su separación, cuando los moderados socialistas integran la II Internacional y los radicales comunistas la III,  ambas tendencias aspiraban igualmente a la instauración del socialismo que desplazaría al capitalismo: la discrepancia parecía ser, exclusivamente, el método que cada partido proponía para conseguirlo.

Socialdemócratas y comunistas se convirtieron a veces, y a pesar de que proclamaban tener el mismo objetivo final, en fuerzas irreconciliables, con gravísimas consecuencias para el destino de la humanidad y el de ambas tendencias: cuando los nazis ganan las elecciones alemanas que los lleva al poder en 1933. Comunistas y socialdemócratas alemanes unidos, constituían mayoría, pero fueron incapaces de aliarse contra Hitler, que tomó el poder y los asesinó a todos. Allí donde fueron capaces de apoyarse, consiguieron avances extraordinarios, como en la Suecia de los años cincuenta y sesenta. Estoy pensando en un socialdemócrata de la jerarquía y la honestidad de Olof Palme.

En el resto de Europa, la social democracia se convirtió en una fuerza muy marcada en ocasiones por el oportunismo.

Es paradigmático el caso del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que fuera en sus orígenes el primer partido marxista de España y luego, sostenedor junto a los comunistas, del Frente Popular que gobernó en la II república española, derrocada por el fascismo en 1939, después de una cruenta guerra civil.

El PSOE se organizó en la clandestinidad en los últimos tiempos del gobierno de Franco.

Bajo la dirección de Felipe González, su líder sevillano, el PSOE heredó todo el prestigio izquierdista de su nombre en la España republicana, y emergió como una fuerza impresionante cuando Adolfo Suárez legalizó –contra la intransigente perspectiva de los franquistas y de la “nueva” derecha– a la izquierda española, integrada por comunistas y socialdemócratas.

En las segundas elecciones democráticas efectuadas tras la muerte de Franco, el PSOE desarrolló una aplastante campaña electoral.

Felipe González prometió que, de ser presidente, España no entraría en la OTAN.

Habría que recordar que, bajo el gobierno de Franco, España fue aliada de los regímenes de Hitler y Mussolini y que, hacia los años cincuenta, los Estados Unidos se acercan a Franco con el propósito de conseguir la aprobación de las bases militares que finalmente establecerán en Rota y Torrejón de Ardoz.  El propósito era sumar a España al grupo de los aliados occidentales que constituirían la OTAN, organización militar esencial en tiempos de la “guerra fría”.

El PSOE tuvo una aplastante victoria en esas elecciones españolas. Recuerdo que Henry Kissinger, para entonces “eminencia gris” de la derecha norteamericana, hizo un comentario terminante: “Ya tenemos nuestra Polonia”, esto es, que Felipe González representaría para Estados Unidos, el factor disidente que era Lech Walesa para la URSS. Pero lo primero que hizo Felipe González al ser electo, fue pedirle a los españoles –y casi lloró en la televisión al hacerlo– que votaran por el ingreso de su país como miembro pleno de la Organización del Tratado del Atlántico Norte.  Estaba pidiéndoles exactamente lo contrario al programa por el que lo habían elegido.

El cantautor español Javier Krahe, compuso una canción que se llamó “Cuervo Ingenuo” y que comentaba risueñamente la traición de Felipe González a su electorado. En el texto hablaba un piel roja, un indio, que chapurreaba un español en infinitivos, tal y como las malas películas hollywoodenses ponían a hablar a los salvajes. Pero este indio decía cosas que se las traían, porque estaba dialogando  con el propio presidente español:

                      Tú decir que si te votan,
                           tú sacarnos de la OTAN.
                          Tú convencer mucha gente,
                          Tu ganar gran elección,
                          Ahora tú mandar nación,
                          Ahora tú ser presidente.
                          Hoy decir que esa alianza
                          Ser de toda confianza
                          Incluso muy conveniente
                          Lo que antes ser muy mal
                          Hoy resultar excelente.
                      ……………………………….
                         Tú mucho partido, pero
                        ¿es socialista, es obrero
                        o es español solamente?
                        Pues tampoco cien por cien,
                        si americano también:
                        gringo ser muy absorbente.

Y enseguida venía el estribillo :
                   
                      Hombre blanco hablar con lengua de serpiente.
                      Cuervo Ingenuo no fumar la pipa de la paz con tú,
                      por Manitú, por Manitú…

Cuentan que la canción, que se hizo popular en la España de los ochenta, sacó de sus casillas al presidente español.

Desde entonces, el PSOE, como ya advertía hace casi treinta años Javier Krahe, es casi español solamente. En uno de sus congresos de esos años, el PSOE renunció al marxismo como su ideología.

La Europa de esos años había desarrollado un orden social que se autodenominaba  “sociedad de bienestar” y en buena medida lo era.

El fenómeno comenzó a surgir en la Europa de la posguerra, exactamente cuando comienza la “guerra fría”.

Enfrentado a la Unión Soviética y a la alternativa socialista, el capitalismo europeo quiso ser convincente para sus ciudadanos. Apareció una poderosa seguridad social, que incluía generosos y largos subsidios para los que perdían su empleo, aunque había mucha oferta de trabajo. La cobertura médica era amplísima para cualquier ciudadano.

Jubilados y simples trabajadores europeos podían costearse vacaciones del otro lado del mundo con sus abundantes ahorros. Los jubilados alemanes casi habían comprado la isla de Mallorca, a la que iban a pasar los últimos años de vida en el agradable clima del Mediterráneo.

Cuando en 1991 desapareció la Unión Soviética, como colofón a la caída del socialismo europeo, otro cantautor español lo celebró alborozado. Cantó la caída del muso de Berlín. Ahora, los viejos izquierdistas tenían en su buró un trocito del derrumbado muro alemán y Joaquín Sabina cantaba que había llegado el fin de la guerra fría y, con él, el fin de la ideología. Las alternativas  eran promisorias y hasta rimaban: Sabina las exaltaba en su canción: vivan la gastronomía, la peluquería, la bisutería. Los partidos comunistas europeos empezaron a decaer y a desaparecer. Los que quedaron inclinaron más a la derecha sus proyectos hasta casi suplantar a la socialdemocracia que, sin alternativa a la izquierda, se proponía ocupar el lugar de la misma derecha.

El PSOE ha parado por ser otro partido velador por el mantenimiento del orden burgués, con algunos matices progresistas con respecto al reaccionario PP,  pero ya muy lejos de constituir una alternativa de izquierda.

El actual gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, como lo hizo antes Felipe González, ha defraudado a sus parciales, pero la crisis española (desempleo, recortes sociales en todos los órdenes) no va a ser resuelta cuando se instale en el poder el gobierno de Mariano Rajoy, porque el PP es el titular del programa neoliberal que el PSOE ha asumido sin proclamarlo. El humor español ha denominado a la opción Rubalcava-Rajoy, propia de estas elecciones, con el fusionado término de Rubaljoy, porque no hay visible diferencia entre ambos candidatos. Una gran masa de votantes españoles se ha negado a sufragar.

Algo muy semejante va a ocurrir el año próximo en los Estados Unidos, cuando los norteamericanos tengan que decidir por quién votar: si reelegir a Barack Obama u optar por uno de los republicanos que ahora se disputan el ser elegido candidato a la presidencia de la unión.
Obama desconoció el programa por el que había sido electo. No detuvo ninguna de las guerras que proclamó que terminaría, sino que añadió la masacre del pueblo libio, que concluyó con el asesinato de Ghadafi, y amenaza con aplicarle la misma receta a Siria e Irán.

El temor del general Eisenhower se ha cumplido. Dominado por el complejo militar industrial, el capitalismo estadounidense se va convirtiendo a pasos agigantados en el enemigo de su democracia. Las guerras no se libran en virtud de un interés patriótico ni porque  la seguridad de la nación esté amenazada. La guerra es la mejor industria que tienen hoy los Estados Unidos, y la liquidación del servicio militar ha impedido que mueran los hijos de las familias de clase media y la sociedad reaccione contra ello y los jóvenes tengan que exiliarse para no ser reclutados. Ahora, a la guerra van los pobres, los negros, que aspiran como “contratistas” a ganar un dinero que los alce en la sociedad a la que pertenecen; los latinos, los inmigrantes indocumentados que esperan sobrevivir y, sobre todo,  convertirse en ciudadanos.

Pero  a pesar de que los Estados Unidos han minimizado las bajas entre sus militares, el capitalismo neoliberal que tiene que dominar para que los costos de las guerra estén altamente priorizados y los gastos sociales convenientemente reducidos, ha comenzado a hartar a una porción de la sociedad –en especial los jóvenes–, que ven disiparse los fondos públicos para una educación que se privatiza y se encarece, como para que sólo se eduquen los muchachos de las familias ricas, y la información y la cultura no se salgan de la clase que ejerce el poder y porque el aumento del desempleo perjudica más que a nadie a los jóvenes que no pueden conseguir su primer trabajo.

Los millones de ciudadanos que trabajan y sostienen la nación han descubierto que  hay 400 norteamericanos que tienen más dinero que todos ellos juntos y, encima, quieren más.

Estados Unidos es una democracia donde al presidente lo elige la mitad de los ciudadanos, que son los que van a votar. El 50 % de abstención que es propio de sus elecciones –¿a cuanto llegará en las de 2012?– importaría si cierto grado de abstención invalidara la elección, pero no es así.

Los Indignados han decidido ir al centro del poder real en los Estados Unidos. “Ocupar Wall Street” es, por ahora, un símbolo. Los Indignados han descubierto que los senadores y los representantes y el presidente que ellos eligen, no responden a sus demandas, sino a las del gran capital, que rige los destinos de la nación por encima de la voluntad de sus ciudadanos. Por ello, allí, en España y en todas partes, piden una democracia real.

Lo que está ocurriendo se parece muchísimo a lo que pasó en la Argentina de Carlos Saúl Menem y sus continuadores neoliberales. Los argentinos “se indignaron” entonces y salieron a la calle con el grito de “¡Que se vayan todos!”.

Pero no se podían, no se tenían que ir todos. Los que se fueron eran los neoliberales que habían gobernado hasta entonces. Desde la Patagonia llegó Néstor Kirchner, un exmontonero en el que nadie había reparado y que sacó a la nación sudamericana de la crisis en que la había sumido el neoliberalismo de Menem, que había privatizado a precio de saldo lo mejor de los recursos naturales del país, para beneficio propio y de sus amigos.

El exmontonero Kirchner y el viejo líder sindical Luis Inacio Lula da Silva, devenido presidente de Brasil, le dieron el portazo a George W. Bush en Mar del Plata, en una Cumbre de las Américas en la que el norteamericano había ido a imponer la que bautizó como Alianza de Libre Comercio para las Américas, mediante la cual América Latina permitiría la libre entrada de los productos de la industria estadounidense mientras que Estados Unidos usaría, como ahora, medidas proteccionistas para defender sus productos agrícolas de la competencia ruinosa que le harían los latinoamericanos.
América Latina inició la conformación del “tercer partido”, vulnerando la fórmula bipartidista que los Estados Unidos exportaron al resto del mundo.

En Venezuela, los “demócratas” de Acción Democrática, tenían como adversarios a los “republicanos” de COPEI.  Por cuatro décadas se alternaron en el poder y así, a partir de las reservas petroleras venezolanas, se hicieron multimillonarios casi una decena de presidentes. El  “tercer partido” lo constituyó desde la nada, el comandante Hugo Chávez: adecos y copeyanos se aliaron para enfrentar juntos la avalancha popular que se les vino encima en las elecciones de 1999.  Las perdieron estrepitosamente. De la nada política emergió el indio y líder sindical cocalero Evo Morales para obligar, mediante las urnas, a doblegarse a la cavernaria oligarquía boliviana, que ha tenido que aceptar la refundación de una nación en la que son absoluta mayoría los indígenas. Muy semejante es la historia del joven economista Rafael Correa, en el Ecuador.

Cuando apareció lo que se llamó el movimiento modernista en Hispanoamérica y Rubén Darío se convirtió en el principal poeta de la lengua, maestro incluso de escritores de la España que había sido la metrópoli colonial de nuestros países, el ensayista dominicano Max Henríquez Ureña acuñó una frase: “Retornan los galeones”. .

Pareciera que está ocurriendo, en el orden político, otro retorno de los galeones. Europa le enseñó el socialismo a América, pero el socialismo europeo –signado por el estalinismo tras la muy temprana muerte de Lenin– fracasó. La derecha quiere presentar ese fracaso como el del socialismo en su totalidad, y es sólo el fracaso de una “lectura” del socialismo.

La derecha se ha quedado como único poder. Los Estados Unidos son hoy la única superpotencia, y los multimillonarios que la gobiernan, están mostrando cada vez más descarnadamente la insalvable oposición que se va creando entre el capitalismo y la democracia.

En los Estados Unidos parece haber llegado la hora del tercer partido, porque esos ciudadanos que integran la clara mayoría, cuyos anhelos desconocen los mismos políticos que ellos han elevado a las posiciones que ostentan, van entendiendo que nada se parece más a un republicano que un demócrata y que todos los presidentes, senadores, representantes y gobernadores, responden a los intereses millonarios que costean sus campañas electorales.

Si quieren que sus demostraciones no se conviertan en una suerte de picnic radical que se recuerda a los diez años con una mezcla de nostalgia y de desilusión, los Indignados tendrán que buscar la manera de hacer valer políticamente sus opiniones. ¿Será que ha llegado la hora del tercer partido?  Estadounidenses, españoles, griegos, italianos, franceses, alemanes lo decidirán en los años que vienen, mucho más rápidamente de lo que todos piensan.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Hoy no quiero estar lejos de la casa y el árbol


Hoy no quiero estar lejos de la casa y el árbol.
Hoy quisiera estrechar mi ciudad sumergida,
boca de los corales, alma de las esponjas,
dureza de las piedras que se encuentran a veces,
ojos de las estrellas de mar y los peces.

Hoy te quiero cantar más allá,
más allá de donde ha de llegar la canción.

Cómo voy a cambiarle el color a una ola.
Qué se puede querer si todo es horizonte;
qué le voy a enseñar a la suma del viento;
qué le puedo objetar a una noche estrellada
con mi vela amarilla y mi proa emparchada.

Hoy te quiero cantar más allá,
más allá de donde ha de llegar la canción.

Hoy no quiero estar lejos de la casa y el árbol.
Cada rizo del suelo es un sueño contado,
algo como un recuerdo, una imagen, un beso,
y en la espalda del día se queda ese algo.
Hoy no quiero estar lejos de la casa y el árbol.

Hoy te quiero cantar más allá,
más allá de donde ha de llegar la canción,
mi canción.


lunes, 14 de noviembre de 2011

Amigos como tú y yo


Amigos como tú y yo
volverán a encontrarse
por cualquier inventado rincón
que el instinto desande.
Tal vez otra mañana de sol
con muy poco de brillo en la voz
cierta o imaginada
y añeja la mirada;
pero amigos como tú y yo
conocen la llamada.


Amigos como tú y yo
volverán a acercarse
subirán al celeste escalón
sin apenas tocarse.
Despertarán al duende patrón
de las cosas perdidas
reclamándole olvido y adiós
para las despedidas;
porque amigos como tú y yo
desbordan lejanías.
Amigos como tú y yo
volverán a juntarse
la distancia propicia un olor
que ni el tiempo deshace.
Compartirán más tarde el sabor
a domingo y nostalgia
y mantendrán a punto el vapor
para las añoranzas;
es que amigos como tú y yo
son milagros del alma.
Amaury Pérez Vidal (1991)

jueves, 10 de noviembre de 2011

Palabras en la Universidad Nacional de Córdoba

Estimada Rectora de la Universidad Nacional de Córdoba.
Profesores, alumnos, amigos:

En las diferentes luchas de emancipación de Cuba, siempre participaron hombres de diversos países: latinoamericanos, españoles, polacos, chinos, norteamericanos; por sus méritos, llegó a ser General en Jefe el dominicano Máximo Gómez Báez.

Posteriormente, como en gratitud, generaciones de cubanos han participado en gestas de distinto tipo en países del mundo. Sólo en los años 30 del pasado siglo, en la guerra civil española, lucharon más de un millar de cubanos voluntarios en las brigadas internacionales.

Pero después del triunfo de la Revolución, en la década del 60, la idea de ser internacionalista empezó a ser en Cuba algo así como lo máximo, y por estar dispuesto a serlo llegó a medirse la calidad de hombres y mujeres. Incluso se hizo habitual que pusiéramos por escrito nuestra disposición de ir a cualquier punto del planeta en que la solidaridad nos reclamara.

Aún así, inicialmente yo no entendía muy bien el internacionalismo. Hasta los 20 años pensaba que era un gesto generoso, pero no estaba totalmente convencido de aquello de marcharse a ayudar a otro país, cuando en nuestra propia tierra faltaba tanto por hacer.

Sólo unos pocos años antes, en nuestra más reciente etapa de liberación, luego de una dura travesía desde México hasta Cuba, un argentino había formado parte del núcleo que fundara el Ejercito Rebelde. Ya en la Sierra Maestra había comandado la segunda columna guerrillera y había realizado la invasión desde el oriente hasta el occidente de Cuba, a la par del legendario Camilo Cienfuegos. Después había estado al frente de la toma de la importante ciudad de Santa Clara, acción que infringió una derrota significativa al ejército de la tiranía. Este argentino formó parte del Gobierno Revolucionario, fue presidente del Banco Nacional y Ministro de Industrias. Además fundó una familia y tuvo varios hijos en Cuba. Pero todos sus cargos, incluso su amada familia, los dejó por ser capaz de sentir en su mejilla la bofetada dada a otra persona en otro lugar del mundo, según sus propias palabras.

Comprender la dimensión del sacrificio de este hombre, su idea del internacionalismo como acto supremo de solidaridad, como expresión máxima de la condición humana, movió mis convicciones.

En junio de 1967, cuando fui desmovilizado de mi servicio militar, aquel hombre al que sus compañeros cubanos habían apodado cariñosamente Che, ya se encontraba en Bolivia en otra experiencia internacionalista. Apenas le quedaban 4 meses de vida.

Su muerte, en octubre, fue una conmoción en mi país, muy especialmente para los jóvenes de mi generación. Este hecho, que también tuvo repercusiones universales, terminó de fraguar un arquetipo humano que nos serviría como brújula durante años. Tanto fue así que desde entonces empezaron a salirme composiciones donde trataba de explicar los significados de su altruismo.

La primera de las canciones que compuse motivado por el Che fue La era está pariendo un corazón. Este tema, que al inicio suscitó controversias por el uso de la palabra parir, acabó convirtiéndose en un suceso nacional, interpretado por la extraordinaria Omara Portuondo. Curiosamente también fue la primer canción de la llamada nueva trova que trascendió las fronteras de Cuba, cuando Pino Solanas la incluyó en su importante documental “La Hora de los Hornos”.

Fusil contra Fusil, la segunda canción que escribí por Ernesto Guevara, la compuse sólo unos minutos después que la primera. Y es que en La Era me faltaba el nombre y el apellido de quien me había mostrado aquella forma de entender la solidaridad. Pero siempre fui enemigo de lo demasiado explícito. Por preferencias personales pensaba que las palabras de las canciones tenían que parecerse a los tropos poéticos. Por eso en Fusil contra fusil, más que a la persona, mencioné la conclusión extrema a la que había llegado un hombre: que a los fusiles de los opresores podían responder los fusiles de los oprimidos.

América, te hablo de Ernesto se me apareció en 1972, muy cerca de aquí, en el primer país Latinoamericano que visité. Era el Chile de otro hombre admirable: Salvador Allende, quien había llegado a la presidencia por la vía de las urnas. Su gobierno era una coalición de izquierdas donde sólo el MIR y otros pocos creían en la teoría del foco guerrillero. Un día hubo un gran mitin en el Estadio Nacional, donde figuraban los rostros de muchos próceres de América. Viendo que faltaba el Che, construí mentalmente la canción y cuando llegué al hotel sólo tuve que transcribirla.

Un hombre se levanta, también llamada Antesala de un Tupamaro, la hice para una serie de televisión que contaba las peripecias de la guerrilla urbana del Uruguay. Tuve la suerte de que fuera interpretada por Sara González, que empezaba por entonces y la convirtió en un éxito.

La oveja negra la compuse también en los 70, en un período en que, por identidad continental, traté de usar ritmos de la música andina y del cono sur.

Hombre fue para conmemorar el XX aniversario de la caída del guerrillero. Era 1987 y cuando digo “Hombre y amigo, aún queda para estar contigo, Hombre sin templo, desciende a mi ciudad tu ejemplo”, estoy cantando frustraciones de una sociedad que un Hombre con mayúscula ayudó a fundar con un alto nivel de exigencia.

Desde entonces hasta hoy han cambiado algunas cosas. Con la caída del campo socialista el mundo, que desde el punto de vista de las superpotencias era bipolar, aparentemente empezó a ser dominado por un solo punto de vista. Hablo de apariencias porque nosotros seguimos siendo un Tercer Mundo testimoniante e indignado. Y es que mientras existan las espantosas diferencias que nos separan y las intolerables injusticias que cometen los más poderosos, la idea de redención de hombres como este argentino-cubano-rosarino-cordobés-congolés-boliviano Guevara inspirará principios, obras y canciones.

No hace mucho hice una Tonada del albedrio y la incluí en el último disco que he grabado. En ella retomo la todavía vigente idea del Che de que el socialismo no requiere intelectuales asalariados al pensamiento oficial. Y desmiento a los que quieren estigmatizar al revolucionario como hombre violento. Y es que la violencia a ultranza no hubiera congregado tanto mundo dispar, como hace el Che; esto sólo es posible bajo la divisa del amor.

Algunas de las ideas de este hombre fueron concebidas en un mundo que ha sufrido cambios. Pero su búsqueda de una dignidad humana plena sigue siendo un motor contemporáneo. Porque Ernesto Guevara no tuvo intereses mezquinos: fue un inconforme radical, un iconoclasta que puso su pellejo por delante para dar un sentido superior, más que a su propia vida, a la vida de todos. Por eso ha sido lucidez inspiradora de actos, poemas y canciones en muchos tiempos y lugares. Por eso aún los jóvenes del mundo lo llevan como emblema. Por eso los cubanos todavía andamos con su espíritu en actividades solidarias de la salud, la educación, la cultura, el deporte y la amistad entre los pueblos.

Y en la tarde de hoy pudiera decir que el Che, insólitamente, también está en la profunda gratitud que me motiva este acto, en esta casa Universal de Córdoba, tierra donde este Hombre sin muerte también dejó su huella.

Muchas gracias.

viernes, 4 de noviembre de 2011

La campaña que viene

                                                                        Por  Guillermo Rodríguez Rivera



Campaña es un término militar, porque la vida civil, asediada por la guerra, se ha nutrido extensamente de palabras que provienen de la militar. Incluso en el arte, hablamos de una “vanguardia”.


La misma palabra que usan los generales para aludir a la batalla de sus fuerzas en el escenario de la guerra, es la que despliegan los políticos que aspiran, primero a ser los candidatos de sus partidos y, luego,  a ser electos para un cargo en cuestión.

En los Estados Unidos la política siempre es de los ricos porque, o el candidato es muy rico como para costearse la campaña en solitario, o está totalmente comprometido con los intereses que lo financian.

Se calcula que la campaña de Barack Obama para intentar ser reelecto el próximo año 2012, costará unos mil millones de dólares. Uno no puede menos que imaginar cuánto esperan ganar los que invierten ese dinero en la política.

Los Estados Unidos siempre se han presentado como la primera de las democracias modernas. Primera, al menos en dos sentidos: por la perfección de esa democracia, y porque es la primera en aparecer en el mundo moderno. La primera del mundo habría sido la ateniense,  en la antigüedad, allá por el siglo V a. d. C.

La democracia proclamada por las trece colonias de Norteamérica que, luego de extenderse ampliamente constituyeron los Estados Unidos de América, fue una democracia que apareció 22 siglos después de la de Pericles, pero era una democracia esclavista igual que la de Atenas. La primera democracia que abolió la esclavitud fue una democracia directa, y la fundadora de la modernidad: la Convención Francesa, de 1793.

Muchos norteamericanos se enorgullecen de las ideas democráticas de los que llaman los Padres Fundadores, –Washington, Jefferson, Paine– que proclamaron la independencia en 1776. Se repiten las hermosas  palabras que dan inicio a la Declaración de Independencia:

               Sostenemos que estas verdades son evidentes por sí mismas:
               que todos los hombres han sido creados iguales; que todos han
               sido dotados por su creador de ciertos derechos inalienables;
               que entre estos están la vida, la libertad y el procurarse la felicidad.

Aquí, con arraigo en este ilustre origen, tal vez comience la inveterada costumbre de los políticos norteamericanos de colocar al frente de sus más graves acciones, un irreprochable precepto humanista, que enseguida desconocen en su práctica.

Como la de la antigüedad ateniense, la democracia estadounidense fue, por casi un siglo, una democracia esclavista.

Cuando el norte industrial decidió que no necesitaba esclavos sino obreros, los esclavistas sureños, propietarios de grandes plantaciones algodoneras, decidieron separarse de la Unión, y el país se desangró en una terrible guerra civil.

Después de la Segunda Guerra Mundial, aunque habían sido aliados de la Unión Soviética, país que pagó un precio colosal en la lucha contra el fascismo y fue esencial en la derrota de Alemania, loa Estados Unidos establecieron lo que en tiempos de Truman se llamó la “guerra fría”. Y la guerra no fue sólo contra la gran potencia militar, sino contra cualquier acción que dañara los intereses norteamericanos, aunque fuera la de una desarmada república centroamericana.

Después de su Guerra de Secesión, los Estados Unidos hicieron una profunda reforma agraria, porque la extinción del latifundismo es condición imprescindible para el desarrollo de una nación moderna.

Pero en Centroamérica y el Caribe, las empresas norteamericanas como la United Fruit Company, la United Sugar Company, el King Ranch, la Atlántica del Golfo, fueron las herederas del feudalismo español que incluso incrementaron, porque el destino que para nuestros países concebían los norteamericanos, no era ser modernas naciones desarrolladas, sino suministradoras de materias primas a la única nación que merecía desarrollarse en este continente.

Así, acabaron con la progresista reforma agraria promovida por el gobierno democrático de Jacobo Árbenz en Guatemala, y sometieron al país a 30 años de sangrientas tiranías.
Les falló el mismo “plan guatemalteco” de la CIA,  cuando quisieron aplicárselo a la Revolución Cubana de 1959, que también se atrevió a hacer una reforma agraria.

Ronald Reagan declaró que la desaparecida Unión Soviética era el “imperio del mal”.

No voy a hacer la defensa de la URSS, que sus ciudadanos dejaron caer en lugar de reformarla. Lo que pasó después no fue el fin de “la guerra fría”, que Joaquín Sabina cantó, alborozado porque la bisutería ocupara el sitio de la ideología. Lo que ocurrió después fue que teníamos un único fortachón en el barrio, que decidió hacer lo que le pareciera, como buen chulo, porque ya no había nadie capaz de pararlo.

Apareció la guerra del Golfo Pérsico, justificada por la brutal anexión de Kuwait a Irak; la guerra de Kosovo, que acabó de desmembrar Yugoslavia; la guerra de Afganistán, mediante la cual es invadida una nación para buscar a un hombre que está en otra parte; la de Irak, que ya se invoca para capturar unas armas de destrucción masiva que no existen y lo que acaba capturándose es la producción petrolera del país invadido.

Ahora, tras Obama haber defraudado a sus electores esgrimiendo un programa para ser electo y gobernando luego con uno opuesto, un trasnochado reaganista, Mr. Mitt Romney, candidato a la presidencia de los Estados Unidos, ha desempolvado pareciera que el Mein Kampf hitleriano  y ha proclamado que los Estados Unidos que él aspira a presidir, serán “el lider del mundo”, porque este siglo XXI será el siglo de los Estados Unidos y yo – afirma – “jamás voy a pedir disculpas por los Estados Unidos”. Antes de llegar al poder, Mr. Romney advierte que será todopoderoso, inmune e impune. Y no deja sitio para nadie independiente en el siglo que apenas comienza.

Despotrica con Vladimir Putin quien ha dicho que el derrumbe de la URSS fue la gran tragedia del siglo XX y teme lo que la humanidad obviamente necesita: la aparición de otra superpotencia que frene al chulo que nos ha aparecido en la vecindad desde que se quedó solo.

Romney parece ser uno de esos energúmenos –Mc Carthy, Wallace, Goldwater, Bush jr.–,  que los Estados Unidos periódica y gentilmente le ceden a la humanidad y que, hasta ahora, no han ido mucho más allá en su anticipadamente fracasado proyecto –como el de todos los dominadores– de gobernar el mundo.

Sería casi un insulto para Bonaparte compararlo con él. El Romney se parece más a Atila, aunque más que rey de los hunos, parece ser rey de los hotros.

Este lector de aquellos viejos comics que se llamaban “El Halcón Negro”, aspira a convertirse en una suerte de Tamakún del “Mundo Libre”. Dice que los socialismos de Chávez  y de Castro, socavan las posibilidades de América Latina, “una región sedienta de libertad, estabilidad y prosperidad”. Porque, claro, fueron Castro y Chávez los aliados de Trujillo, de Somoza, de Batista, de Pinochet, de Pérez Jiménez, de Rafael Videla y no los Estados Unidos, que han sido los sostenedores de la democracia y del desarrollo económico en el continente.

Mr. Romney afirma que la frontera mexicana es una herida abierta para los Estados Unidos. Ya para México es más bien una herida casi cerrada. Cuando se la abrieron, por ahí perdió la mitad de su territorio.

Ahora inconcebiblemente, entran por ahí, a los Estados Unidos kilogramos y kilogramos de cocaína.  Los narcotraficantes, en lugar de vender esa droga en Tampico o en Coahuila, lo que sería mucho más fácil, se toman el trabajo de hacerla pasar la guarnecida frontera norteamericana.

¿No será que la droga entra a los Estados Unidos porque allí está el mayor número de compradores y traficantes, que el gobierno norteamericano no persigue, del mismo modo que permite que sus fabricantes de armas le vendan cañones y bazookas, armas de asalto, a los capos del crimen organizado en México, que le llevan la droga a sus clientes norteamericanos? Mitt Romney debería comprender que el panorama que tiene ante sus ojos es el “fruto” del trabajo de políticos como él.

Lo que están pidiendo a gritos los Estados Unidos no es este caballero de la ultra derecha que, como dicen los propios norteamericanos, es parte del problema y no de la solución, sino un Roosevelt de estos tiempos, que le haga comprender a los archimillonarios, que deben resignarse a ganar un poco menos, Aún así, esas cuatrocientas personas van a ser, como lo son ahora, más ricos que todos los demás norteamericanos juntos.

No es casual que los críticos del sistema hayan puesto a un lado a republicanos y a demócratas, y hayan proclamado la necesidad de “ocupar Wall Street”, la sede del capital financiero que rige el sistema y utiliza a los políticos de los dos partidos.

Decían los antiguos griegos –de cuyas obras Mitt Romney no debe haber visto ni las carátulas– que “los dioses ciegan a los que quieren perder”: Ojalá el noble pueblo norteamericano no permita que este ejemplar se instale en la Casa Blanca, porque como todos sus viejos maestros, no va a conseguir lo que quiere, pero puede hacer un daño incalculable al mundo y por supuesto que también a su país.